¿Cuándo
el rendimiento académico se convierte en un problema?. Para centrarnos en el tema es necesario
especificar a qué escenario nos referimos cuando hablamos de rendimiento académico; entre las diversas definiciones, tomamos la
de Pizarro (1985) quien
lo define como una medida de las capacidades respondientes o indicativas que
manifiestan, en forma estimativa, lo que una persona ha aprendido como
consecuencia de un proceso de instrucción o formación. El mismo autor, ahora
desde una perspectiva propia del estudiante, define el rendimiento como una
capacidad respondiente de éste frente a estímulos pedagógicos, susceptible de
ser interpretado según objetivos o propósitos educativos pre-establecidos.
Una
gran parte de nuestra vida está relacionada con el ámbito académico y hay
muchas variables que influyen en el éxito o fracaso dentro de él y estas son:
la autoestima, la inteligencia, el tipo de enseñanza y de docente, la actitud
hacia el estudio, la motivación personal, el entorno social, familiar y
cultural, entre otros. El estudiante no es el único responsable de un bajo
rendimiento académico, las causas
deben buscarse más allá de él.
Un estudiante que no se siente motivado con el tipo de enseñanza que
recibe, buscará revelarse al sistema y
puede hacerlo a través de problemas de conducta, desinterés, o en casos
extremos, la deserción.
Una investigación realizada en la Universidad del pacífico (2009), nos
brinda conclusiones importantes sobre el tema, de las cuáles resalto las que se
contienen el enfoque de este artículo: Un rendimiento académico favorable en la
Universidad es el reflejo del grado de conocimientos con los que llega el
alumno y los hábitos de estudio que ha hecho suyos, como su grado de esfuerzo y
su organización.
Específicamente, tanto el desempeño en matemáticas como en lenguaje son
los factores más importantes para explicar el rendimiento del alumno durante la
universidad, y al contrario de lo que se cree, su impacto no disminuye con el
avance de los ciclos. Las características académicas del colegio tienen un efecto positivo
sobre el rendimiento universitario, que perdura en el tiempo.
De las dos variables socio-familiares que afectan negativamente el
rendimiento académico, una se refiere a la
situación conyugal de los padres.
Otras investigaciones revelan que existe una correlación negativa entre
la autoestima y la ansiedad, en el
rendimiento académico. La autoestima es
una valoración personal que se
desarrolla desde la infancia, a partir de experiencias propias y de la
interacción con los demás.
Como hemos señalado, existen múltiples “causas” que pueden explicar una
situación de bajo rendimiento académico y para darle la respuesta adecuada es
necesario precisarlas y hacer un plan de tratamiento adecuado. Escucharemos
muchas recomendaciones de intervención ante este problema como: técnicas de
estudio adecuadas, estrategias de aprendizaje, estrategias motivacionales,
terapia emocional, comprensión lectora, intervención conductual, acompañamiento
educativo, tutores, evaluación vocacional … pero, para abordar el problema
desde la raíz es necesario realizar una evaluación psicopedagógica con un enfoque biopsicosocial que nos permita adquirir un panorama más amplio e
integral para constatar o
evidenciar lo que realmente se está observando en el niño o adolescente según
la conducta o situaciones que presente, hacer un diagnóstico sobre
situaciones reales y necesidades en todas las áreas que resulten relevantes
para ajustar las propuestas a las carencias del estudiante y planificar la intervención
personal.
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