En la actualidad existe una gran controversia alrededor
de las vacunas como causantes de diversas enfermedades y en particular del
Trastorno Espectro Autista (TEA). Esta controversia se remonta a un estudio
realizado en el Reino Unido a cargo de Wakefield cuando estudió los efectos de
la vacuna antisarampionosa en la enfermedad de Crohn, las conclusiones fueron
alarmantes ya que se confirmaba la hipótesis del citado autor, la exposición
temprana a la vacuna causaba enfermedades inflamatorias intestinales
(vasculitis granulomatosa persistente).
En vista de tales
resultados se realizaron rápidamente abrumadoras pruebas que contradecían
rotundamente los hallazgos de Wakefield. Debido a estos hallazgos, Wakefield tuvo que
retractarse refiriendo la falta de indicios de infección en las muestras de
sangre, descartando así la relación entre vacuna antisarampionosa y enfermedad
de Crohn .
Sin embargo, el asunto en cuestión no quedó allí, puesto
que al poco tiempo el mismo Wakefield publicó en la prestigiosa revista médica
"Lancet" , la posible
relación entre factores ambientales (específicamente la vacuna antisarampionosa)
y el TEA, pues alegaba que dicha vacuna podía ser la causante de un problema
malabsortivo a nivel del intestino, lo cual ocasionaba que se absorbieran de
manera excesiva sustancias tóxicas para el cerebro alterando de esta manera
funciones cerebrales a temprana edad, a esta teoría se añadía la posible
implicación de la intolerancia al gluten y la caseína en el TEA, lo cual
ocasionó en la población de aquel entonces y hasta la actualidad el rechazo a
las vacunas.
Pese a que los resultados de Wakefield parecían demostrar
la posible causa del autismo, toda su teoría se desvaneció al revelarse en el Sunday Times, que los estudios eran
fraudulentos, pues se habían realizados sobornos,
transgresiones éticas, falsificación de datos e intereses ocultos. Motivo
por el cual, inmediatamente la revista Lancet
calificó el citado trabajo como desastrosamente
deficiente, además tal crimen no podía quedar impune, por ello fue llevado
a la corte, la cual concluyó la prohibición del ejercicio profesional de
Wakefield en el Reino Unido.
Paralelamente se vinculó la vacuna antisarampionosa al
TEA a causa del contenido en mercurio de
las vacunas que contenían timerosal (preservante que está compuesto de
mercurio) como preservativo, esto se originó cuando
la Food and Drug Administration (FDA) sugirió que los niños podían haber
recibido una dosis alga de mercurio a partir del timerosal que se encontraban
contenidos en las vacunas. Sin embargo, estudios posteriores demostraron que la
sintomatología a causa de la intoxicación por mercurio con la del TEA eran
diferentes.
Debido a las innumerables controversias y dudas respecto
a estos estudios, en algunos países o ciudades tomaron como solución la suspensión
de la vacuna antisarampionosa, tal es el caso de Japón, donde solo se usó la
vacuna entre los años de 1989 y 1993; no obstante, los casos de autismo durante
los periodos de inmunización y no inmunización no variaron; otro ejemplo
ocurrido en California, donde gradualmente disminuyeron el timerosal en las
vacunas hasta llegar a su eliminación, pero de igual manera que en Japón, los
casos de autismo no disminuyeron.
Para finalizar, aún no existe evidencia científica que
demuestre que tanto la vacuna antisarampionosa o el timerosal sean los factores
causantes del TEA, por el contra, existe una extensa cantidad de estudios que
demuestran lo contrario.
REFERENCIAS
ARTIGAS-PALLARÉS, JOSEP. Autismo y vacunas: ¿punto
final?. Rev
Neurol 2010;50 (Supl 3):S91-S99. Disponible en:
http://www.neurologia.com/sec/download.php?id=2009091
Lic. Jesús Solange Cruz,
Terapeuta Ocupacional.